sábado, 7 de abril de 2012

MANIFIESTO I

Muchas veces pospuesto el movimiento, me toca decir lo que significa la música y de manera especial el rock en mi vida. Que tengamos (ustedes y yo) una página dedicada a la música del alma ya dice algo. Plagada de datos tomados de diversas fuentes, este lugar deja traslucir el sentir, lo que se lleva a flor piel y que proviene de adentro, de épocas tempranas de la vida y de su evolución, eso mismo que suena y se oye aunque no sea percibido, en determinado momento, mediante los sentidos externos.

¿Se puede uno sentar y solo escribir un concepto sin haberlo madurado conscientemente? ¿Será necesario algún nuevo movimiento del intelecto que abra como un torrente el verdadero concepto al que se quería abordar y arribar? Hay gente que sí, dotados del don de llevar a palabras esa cosa que se moviliza profundamente.  Creo que no es mi caso porque debo recurrir al recuerdo y visualizarlo como escenas en un teatro y solo intentar describir, dándole toques actuales de aquello visto y oído…

Sin más preámbulos diré que Yoly, una amiga de mi madre y luego propia, me prestó varios discos de vinilo, los viejos y fieles L.P. (Long play) cuando nos ganamos en una rifa un “tocadiscos” Inelro, con su bandeja “giradiscos”, su pequeño amplificador negro con perillas plateadas para el volumen, balance, agudos y graves, y dos bafles (parlantes) de madera.

En nuestro pequeño Hernández, por aquellos años no era común una disquería y sobre todo que tuviera en stock música de rock and roll. Y ¿Cómo hacía para probar, usar mi equipito? Entre diversos L.P. prestados había uno, ni siquiera recuerdo qué otros álbumes componían el préstamo, solo ese: Help! de Los Beatles…

No quiero decir que a mis 11 años todo era música de rock… tampoco era un fenómeno; la discoteca casera tuvo con el tiempo vinilos de todos los colores (textual, venían de colores) pero el L.P. de los Cuatro de Liverpool fue el primero que compré con el tiempo, y de ahí con los años, la colección completa.

La revista Pelo irrumpió en mi casa con toda la fuerza del conocimiento de mil bandas. El encargo por correo de Almendra en Obras y mil etcéteras.

Tampoco puedo negar a un amor oculto, que como todo amor al cual no se le da el apropiado cuidado y atención, me abandonó, aunque sé que sigue latente: la música clásica. No hubo una lucha por la supremacía, primero mi música del alma, el rock, pero mi antídoto para la saturación, mi desintoxicante sigue siendo la clásica…

¿Qué significa el r’nr en mi vida? No sé, me gusta, lo siento, lo amo, está plagado de momentos y lugares, de seres queridos, de infancia y adolescencia, de relaciones, recuerdos, de paciencia por parte de mi familia… El rock es el gran responsable de mis guitarras y de la aceleración del pulso cuando un riff se mezcla en la sinapsis y recorre como corrientazo todo el cuerpo.

Finalmente y solo para no aburrir tanto, puedo declarar que no me gusta todo el rock así como no detesto toda la otra música. Y como pseudo dinosaurio de vieja escuela rechazo las formas integristas donde parece que todo es rock… y no lo es.

Declaro que no me gusta la cumbia, que no me gusta el reggaetón y que el alma/cuerpo manda sus síntomas para que sea patente, desde la nausea hasta la desesperación, al ser expuesto a ellos.

Declaro que el mejor r´nr sigue siendo el de los 70’s hasta que la evolución me demuestre lo contrario.

Declaro que me gustan los ritmos típicos del mío y de otros países, respeto y aplaudo diversas danzas regionales, respeto el chamamé, el tango y la chacarera; que admiro la música clásica pero sé que su baile es inapropiado y antinatural para los niños con las deformaciones corporales a las que arriban.

Declaro que el mejor  conductor y programa de radio era el Beto Badía en Flecha juventud, el mejor de Paraná Manuel Mina y El Garage del Rock, el mejor bandoneonista es mi viejo, que la voz del tango no es argentina sino yorugua, Julio Sosa.

 Y declaro, por fin, que la guitarra es el Alma del rock y que ejecutes el instrumento que ejecutes, siempre irá bien con la guitarra.

La respuesta sigue pendiente y… ¿por qué amo el r´nr?, me libero de responder, solo recurro a Saint Exupery cuando le hizo decir al Principito “el amor y no sus razones, es lo importante.”.

Seguimos a puro rock.
Ariel Herrera.

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